IVÁN DUQUE. LA NUEVA
APUESTA DE COLOMBIA.
Ya han pasado 120 días del nuevo gobierno de Iván Duque. Los resultados de las encuestas no son buenos. La mayoría de los encuestados lo rajan.
¿Qué significa este
rechazo a su estilo de gobierno?
Colombia, en su
historia republicana, ha tenido muchos gobiernos mediocres. La mayoría de los
presidentes, especialmente en las últimas décadas, se han tenido que
comprometer con los jefes y castas políticas para lograr alguna gobernabilidad.
Ese contubernio entre jefes políticos y mandatarios ha sido uno de los factores
principales que ha alimentado la altísima corrupción que vive el país.
El ciudadano común y la
opinión publica representada en sus periodistas y medios de comunicación, se
acostumbró a estilos de gobierno mañosos, marrulleros, ladinos, mentirosos,
autoritarios, y corruptos. Lo normal para el común de los colombianos es ver
una figura presidencial apoyada por la clase política tradicional y los
principales medios de comunicación, utilizando toda clase de argucias y trucos
para lograr sus propósitos y programas de gobierno.
Si solamente recordamos
gobiernos como los de Turbay, Gaviria, Samper, Pastrana, del siglo pasado,
cuatrienios donde se cometieron toda clase de arbitrariedades y actos de
corrupción, entendemos el concepto de autoridad y democracia que perciben los
colombianos nacidos y educados en esa época.
También, a principios
de este siglo, tuvimos un gobierno autoritario por 8 años. El de Alvaro Uribe.
No hay duda de que lo necesitábamos y por eso aun tenemos esperanza de país. Pero nos dejó acostumbrados a un líder carismático,
que no tenía contradictores y que fue capaz, precisamente por ese apoyo popular,
de doblegar a una guerrilla crecida y fortalecida con los dineros del
narcotráfico.
Y posteriormente,
tuvimos 8 años de un gobierno mentiroso, el de Santos, que se compró al
congreso con dadivas y “mermelada” y que fue respaldado por la mayoría de la
clase política por el hecho de llevar a cabo a toda costa un acuerdo de paz con
las Farc. Gobierno autoritario que defraudó y engaño al pueblo, al desconocer en
forma truculenta, su voluntad en las votaciones del plebiscito por la paz.
Por eso digo, que el
ciudadano común se acostumbró a gobiernos, o autoritarios, o mentirosos, o
marrulleros, o corruptos. Y lo peor es que los congresistas, la prensa y los
comentaristas de opinión también se acostumbraron a eso, entre otras cosas
porque les servía a sus intereses particulares. Es clarísimo el comportamiento
de la prensa y medios de comunicación en el gobierno anterior. Su
incondicionalidad con el gobierno de Santos, una vez que les repartió el alto
botín de la propaganda oficial.
El estilo de Iván Duque
es distinto a los anteriores.
Es joven, no esta
contaminado por las políticas de partidos tradicionales. Su partido es el más
nuevo, con figuras jóvenes en su mayoría y ajeno a los tejemanejes de la
política tradicional. El Centro Democrático puede ser criticado por ser un
partido de ideas mas tradicionales y de centro derecha y liderado por el
expresidente Uribe, pero no puede ser criticado ni por politiquería, ni por
corrupción. Su paso por el congreso como senador por el Centro Democrático lo
forjo como un político demócrata, decente y responsable.
Iván Duque cree en el
sistema Democrático, con mayúscula, de verdad, no de papel como su antecesor. Cree
y practica profundamente una verdadera separación de poderes. Su compromiso de
no comprar al congreso con dadivas y mermelada, lo ha cumplido a cabalidad. Así
sea que sus proyectos se hundan. Más temprano que tarde serán aprobados, bajo
un nuevo estilo de gobierno, bajo el proceso de educar a los parlamentarios,
para que cumplan su oficio de legislar buscando por consenso o por mayorías las
mejores leyes para el país. Sin más compromiso que su deber de cumplir con sus
obligaciones de legisladores.
Nombró ministros y
otros altos dignatarios del estado sin el concurso de los políticos
tradicionales. Sin Gaviria, sin Vargas, sin Pastrana, sin Uribe, en una
palabra, sin expresidentes ni excandidatos. Eso le ha dolido mucho a la clase
política, aun dentro de su mismo partido, que le han reclamado por su total
independencia y su decisión de gobernar para todos los colombianos sin
alimentar la polarización y la división.
Notorio el cambio a las
prácticas tradicionales. La forma como nombro a su equipo de gobierno,
abriéndole las puertas a los mejores y a la mujer colombiana. Qué decir del
respeto institucional a las fuerzas armadas en el relevo de su cúpula militar.
Y los creadores de
opinión, los periodistas, los informadores, algunos de los cuales, se comportan
como poseedores de la verdad, también han perdido relevancia. Sus noticieros y
programas de opinión se alimentan de la polarización y de la exageración,
derecha o izquierda, paz o guerra. En un gobierno como el de Duque este tipo de
dilemas no existe y quien lo usa como herramienta para su prestigio personal
pierde protagonismo, no encuentra eco en el ejecutivo. Esta clase de mañas
periodísticas tan arraigadas en Colombia pierden fuerza y actualidad.
Y las redes sociales.
Alimentadas y manipuladas por una oposición insensata y por la izquierda o
centro izquierda derrotada en las pasadas elecciones, que no quiere reconocer
las cualidades demócratas del presidente y que trata de oponerse o de
ridiculizar cualquiera de sus iniciativas. Mucho daño se ha causado por este
medio a su imagen y liderazgo.
El presidente Duque y
sus ministros, en todos sus actos de gobierno, solo apelan a lo que sea mejor
para el país, respetando profundamente la separación de poderes. No alimentan
la controversia dañina, el odio, el insulto. Alimentan el dialogo, el debate
democrático en el congreso, el debate y el dialogo con los ciudadanos en
encuentros directos. Han respetado a la oposición y han oído sus argumentos. Es
un gobierno que busca restituir la verdadera democracia en Colombia.
La opinión publica
colombiana aún no entiende a un verdadero demócrata. Lo ve débil, lo ve sin
liderazgo y lo ve sin rumbo. La costumbre era ver a un presidente dominando los
poderes públicos con gabelas, corrupción y mermelada.
Los periodistas más
connotados le piden cambiar el rumbo, le piden liderazgo. ¡Que equivocados están!
Colombia no tiene un mejor rumbo que el que le ha marcado el Presidente Duque,
el de rescatar los principios democráticos y enseñarles a las clases políticas que
el poder se ejerce para el bienestar del país y de sus gentes y no para robar y
perpetuar las castas políticas.
Veremos a un presidente
crecido y apoyado por sus ciudadanos al paso del tiempo en la medida que las
gentes del común vean y entiendan la profundidad del cambio que esta llevando a
cabo con su estilo de gobierno.
Jorge Pineda
Medellín, 12/14/2018